O como le llames hoy día, es dolor de cabeza para algunos que aún ni se enteran de cómo es la nueva tendencia para las marcas.
Los Softwares y equipos rebasan los 100,000 dólares.
Por una vez la tendencia que tiene la profesión publicitaria
a ver por todas partes momentos históricos y cambios trascendentales
está justificada. El huracán que viene es muy
fuerte y, si se cumplen las previsiones más optimistas de
los expertos, puede dejar a Internet, el móvil o la televisión
al nivel de una brisa marina. No es extraño, por tanto,
que el metaverso sea el tema de moda en todos los debates.
Hubiera sido una extravagancia elegir cualquier otro
para nuestro En el debate del metaverso
hay que estar. De hecho, uno de los efectos sociales que se
anuncian como consecuencia de este fenómeno es un aumento
exponencial del ya bastante común FOMO (fear of
missing out); es decir, el miedo a estar perdiéndose algo,
consecuencia inevitable del hecho de que el metaverso es
una realidad paralela en la que siguen pasando cosas cuando
nosotros no estamos en él.
En resumen, no estar en el metaverso, o no reflexionar sobre
él, tiene consecuencias que es preferible evitar. Por eso
hemos convocado una mesa de debate con expertos para
conocer mejor cómo se están enfrentando las marcas a este
nuevo desafío.
Las posibilidades que se abren son variadas para la consecución
de todos los objetivos clásicos del marketing.
Nada es ajeno al metaverso. Desde la mera publicidad expositiva
a la creación de contenidos, eventos, comercios
o espacios de engagement con los consumidores. El éxito
dependerá, una vez más, del ingenio creativo para hacer
atractiva esta oferta, lo que no deja de ser una oportunidad
para que las agencias de publicidad recuperen parte de la
influencia perdida en los últimos años en la cadena de valor
del marketing.
Al ser preguntados por las motivaciones que tendrá la gente
para entrar y dedicar horas de su tiempo a “vivir” en esta
realidad paralela, los expertos que han participado en nuestro
debate hablan de viejas y nuevas motivaciones. Entre
las primeras destacan el deseo de socializar, de pertenecer
a un grupo o de reconocernos y presentarnos con una
identidad satisfactoria con nuestras expectativas más o menos
narcisistas; además de las necesidades informativas y
lúdicas que ya nos impulsan a consumir otros medios de
comunicación. A estas habría que añadir otras más novedosas
que abren preguntas de índole casi psicológica, como la
posibilidad de evadirnos de una realidad que no nos gusta,
de mejorar nuestra percepción sobre nosotros mismos de
un modo artificial o de volver a disfrutar de una libertad y
desinhibición que perdimos cuando dejamos de ser niños.
En cierto modo, el metaverso nos ofrece la posibilidad de
recuperar el paraíso perdido de la infancia.
Más allá de esta frontera viajarán nuestros avatares, se calcula
que en menos de diez años se habrá alcanzado la cifra
de mil millones, buscando satisfacer estos y otros anhelos
humanos. Que esa búsqueda se traduzca en una relación
más estrecha con las marcas dependerá de lo que hagan
ahora las empresas en colaboración con sus agencias, y
por eso es tan apasionante el momento actual para los profesionales
del marketing y la comunicación. Como todos
los paraísos, el metaverso es también una utopía, palabra
que significa “lugar que no existe”… pe
ro en el que todos querrán estar.
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